"quien comunica se hace prójimo, cercano. El buen samaritano no sólo se
acerca, sino que se hace cargo del hombre medio muerto que encuentra al borde
del camino. Jesús invierte la perspectiva: no se trata de reconocer al otro
como mi semejante, sino de ser capaz de hacerme semejante al otro. Comunicar
significa, por tanto, tomar conciencia de que somos humanos, hijos de Dios."
JORNADA
MUNDIAL
DE
LAS
PAPA
FRANCISCO
COMUNICACIÓN
AL SERVICIO DE UNA AUTÉNTICA
CULTURA DEL ENCUENTRO
[Domingo
1 de junio de 2014]
“““Entonces,
¿cómo se puede poner la comunicación al servicio de una auténtica cultura del
encuentro? Para nosotros, discípulos del Señor, ¿qué significa encontrar una
persona según el Evangelio? ¿Es posible, aun a pesar de nuestros límites y
pecados, estar verdaderamente cerca los unos de los otros? Estas preguntas se
resumen en la que un escriba, es decir un comunicador, le dirigió un día a
Jesús: «¿Quién es mi prójimo?» (Lc 10,29). La pregunta nos ayuda a entender la
comunicación en términos de proximidad. Podríamos traducirla así: ¿cómo se
manifiesta la «proximidad» en el uso de los medios de comunicación y en el
nuevo ambiente creado por la tecnología digital? Descubro una respuesta en la
parábola del buen samaritano, que es también una parábola del comunicador. En
efecto, quien comunica se hace prójimo, cercano. El buen samaritano no sólo se
acerca, sino que se hace cargo del hombre medio muerto que encuentra al borde
del camino. Jesús invierte la perspectiva: no se trata de reconocer al otro
como mi semejante, sino de ser capaz de hacerme semejante al otro. Comunicar
significa, por tanto, tomar conciencia de que somos humanos, hijos de Dios. Me
gusta definir este poder de la comunicación como «proximidad».
Cuando
la comunicación tiene como objetivo preponderante inducir al consumo o a la
manipulación de las personas, nos encontramos ante una agresión violenta como
la que sufrió el hombre apaleado por los bandidos y abandonado al borde del
camino, como leemos en la parábola. El levita y el sacerdote no ven en él a su
prójimo, sino a un extraño de quien es mejor alejarse. En aquel tiempo, lo que
les condicionaba eran las leyes de la purificación ritual. Hoy corremos el
riesgo de que algunos medios nos condicionen hasta el punto de hacernos ignorar
a nuestro prójimo real.”””
Vaticano,
24 de enero de 2014, fiesta de san Francisco de Sales
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