Cuéntanos Gerardo:
¡Qué tierno y grande es el corazón devoto de María! La Iglesia en la
Tierra ha terminado un hermoso mes de mayo dedicado a María, se le llama mes de
María. Muchas familias han llevado llenos de alegría a sus niños y niñas, gran
parte de ellos vestidos de blanco a ofrecer poemas, cantos, alabanzas, cartas,
pensamientos, dibujos y flores a la Virgen.
Quiero compartirles gozoso que en esta patria celestial SIEMPRE es
alabanza y fiesta a María, pues, es la Reina de los cielos. En esta fiesta de eterna
dicha, participamos todos los que habitamos el cielo. Si pudieran imaginar la danza
y música de un sin fín de ángeles y
santos; y las ofrendas que se entregan a la Reina, muchas de estas ofrendas
llegan de la tierra: son la responsabilidad, el amor la confianza y devoción de
millares de mujeres madres, jóvenes y niñas;
la entereza, la oración y el amor también de muchos hombres y familias enteras
que confían en la Santísima Virgen, como medianera de todas las gracias.
Y ahora la Iglesia se prepara a celebrar las grandes fiestas del
inmaculado Corazón y el Perpetuo Socorro de María. ¡Qué dicha y qué felicidad para
todos los que celebrarán en el mes de junio estas fiestas marianas! ¡Qué lluvia
tan fresca para toda la tierra traen los corazones agradecidos que celebran las
fiestas de María! Porque ella es Madre de todos los Hombres. Su corazón
inmaculado y su Perpetuo Socorro es para todos los hombres, aún y especialmente
para quienes no conocen o desprecian el tierno amor de la Santísima Virgen.
A celebrar, pues, gozosos, felices y agradecidos las fiestas de María.
Ella hace sentirnos hermanos de todos los hombres.
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