Declaración de Madrid
congresomundial.es
Reunidos en Madrid, España, el 27 de mayo de 2012, nosotros, los delegados
del VI Congreso Mundial de Familias reafirmamos la verdad de que “la familia es
el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la
protección de la sociedad y del Estado” (artículo 16 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos). La familia natural está inscrita en la
naturaleza humana y se basa en la unión voluntaria de un hombre y una mujer en
la alianza matrimonial de por vida. La institución del matrimonio sobre todo
ofrece a la pareja amor y alegría y también tiene como objetivo la procreación
y la educación de los hijos. La unión matrimonial también ofrece (i) seguridad
en tiempos de problemas, (ii) el fundamento de una sociedad que equilibre el
orden y la libertad y (iii) la solidaridad entre generaciones.
Por desgracia, en nuestros tiempos, los ataques a la familia natural están
creciendo en número e intensidad. Las ideologías del estatismo, el
individualismo atomista y la revolución sexual ponen en entredicho la esencia
del matrimonio y de la familia. Recientes cambios en las leyes y en las
políticas públicas de gobiernos de todo el mundo corrompieron el significado y
la dignidad del matrimonio, devaluaron la paternidad, alentaron el divorcio
fácil y los nacimientos fuera del matrimonio, confundieron identidades
sexuales, promovieron la promiscuidad, crearon las condiciones para que
aumentara el abuso infantil, aislaron a los ancianos y fomentaron la
despoblación. Estos cambios fueron particularmente agudos en Europa en las
últimas décadas y, más concretamente, en la nación de España durante los años
2004-2011, cuando un gobierno radical trabajó efectivamente para subvertir la
familia natural.
Como respuesta a todo ello, el VI Congreso Mundial de Familias aprueba un
conjunto de principios para crear un entorno cultural y político que sea
compatible con la vida, la libertad y la esperanza para el futuro:
Afirmamos que la familia natural, no el individuo, es la unidad
fundamental de la sociedad.
Afirmamos que la familia natural es la unión de un hombre y una mujer a
través del matrimonio creada con el fin de compartir el amor y la alegría,
engendrar niños, proveer su educación moral, construir una economía doméstica,
ofrecer seguridad en tiempos de crisis y unir a las generaciones.
Afirmamos que la familia natural es un elemento fijo del orden creado,
arraigado en la naturaleza humana. La familia natural no puede convertirse en
una realidad de nueva creación, ni puede ser re-definida por los entusiastas de
la ingeniería social.
Afirmamos que la familia natural es el sistema familiar ideal y verdadero.
Si bien reconocemos múltiples situaciones de hecho, los otros “tipos de
familia” adolecen de alguna carencia o son meras invenciones del Estado.
Afirmamos que el vínculo sexual auténtico es la unión matrimonial entre un
hombre y una mujer, el único abierto a la natural y responsable creación de una
nueva vida.
Afirmamos la santidad de la vida humana desde la concepción hasta la
muerte natural. Cada persona recién concebida tiene derecho a vivir, a crecer,
a nacer y a compartir un hogar con sus padres naturales unidos por el
matrimonio. El aborto, la eutanasia y todas las formas de manipulación de los
seres humanos en estado embrionario o fetal, por lo tanto, son ataques contra
la vida humana.
Afirmamos que la familia natural es anterior al Estado y los gobiernos
legítimos existen para proteger y apoyar la familia.
Afirmamos que el mundo es abundante en recursos. El debilitamiento de la
familia natural y el fracaso moral y político, y no la “sobrepoblación” humana,
han causado la pobreza, el hambre y la degradación del medio ambiente.
Afirmamos que el verdadero peligro demográfico que afronta la tierra en
este nuevo siglo es la crisis de natalidad y el envejecimiento de la población.
Nuestras sociedades necesitan más personas, no menos.
Afirmamos que la familia natural es la principal fuente de prosperidad
económica y social y el pilar principal sobre el que asentar la superación de
la actual crisis económica mundial.
Afirmamos que las mujeres y los hombres son iguales en dignidad y derechos
innatos, pero diferentes en muchos aspectos. Aunque a veces acontecimientos que
escapan al control del individuo (otras veces por una vocación religiosa) lo
frustren, la vocación de cada niño es llegar a ser esposo y padre; y la
vocación de cada niña es llegar a ser esposa y madre. La cultura, el derecho y
la política deberían tener en cuenta estas diferencias.
Afirmamos que la complementariedad de los sexos es una fuente de
fortaleza. Hombres y mujeres presentan profundas diferencias biológicas y
psicológicas. Sin embargo, cuando se unen en matrimonio, la combinación se
convierte en mayor que la suma de las partes.
Afirmamos el derecho de los padres a educar a sus hijos para su bien, sin
interferencias del Estado.
Afirmamos que todo ser humano tiene derecho a la libertad religiosa y que
la comunidad política debe respetar la libertad de profesar la propia fe, de
transmitirla y de educar a los hijos en ella.
Afirmamos el “salario familiar” ideal que consiste en “una misma
remuneración para las mismas responsabilidades familiares”. La compensación por
el trabajo, la fiscalidad y la seguridad social deberían fortalecer los lazos
familiares naturales.
Afirmamos el papel necesario de la propiedad privada de la tierra, la
vivienda y el capital productivo como fundamento de la independencia familiar y
garante de la democracia. En una sociedad justa y buena, todas las familias
poseerán bienes inmuebles.
Y afirmamos que las soluciones duraderas a los problemas humanos, incluida
la actual crisis económica, provienen de las familias y de las pequeñas
comunidades. No se pueden imponer por un decreto burocrático o judicial.
Tampoco pueden ser exigidos por una fuerza exterior.
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