Se acabó el
mundo del 2012 y, con la gracia de Dios, como nos enseña María, la Madre de
Dios y de toda la humanidad, iniciamos con la alegría de nuestra Madre este
nuevo año 2013. Con nuevos ánimos –nuevas gracias-, pues, Dios es fuente
inagotable de gracia que ofrece con generosa abundancia a toda la humanidad.
El 2013 es un
año que nos considera maduros a los hombres y mujeres del tercer milenio y, nos
lanza agresivos retos de búsqueda de paz y feliz convivencia de la humanidad. Por
una parte nos tienta un “mundo 2013” cargado de egoísmo e hiriente y
destructivo individualismo, verdadero monstruo de nombre: “dictadura del
relativismo moral”. Por otra parte, un Pedro en Benedicto XVI que nos llama a
desmantelarlo: “Una condición previa para la paz es el desmantelamiento de la
dictadura del relativismo moral y del presupuesto de una moral totalmente
autónoma, que cierra las puertas al reconocimiento de la imprescindible ley
moral natural inscrita por Dios en la conciencia de cada hombre.” (Jornada
Mundial de la Paz 2013).
Las armas son
precisamente esa luz en el interior de nuestra conciencia de la que ya Dios nos
ha dotado para jamás sentirnos abandonados ni actuar a la deriva, perdidos en
la oscuridad del relativismo. Dios, nuestro amoroso Padre, no sólo ha inscrito
esa luz a manera de ley natural que nos guía; también nos envió a su Hijo
Jesucristo, promesa cumplida de Paz de Amor, de Vida y Resurrección que nos
fortalece y llena de dicha con su Espíritu Consolador para asegurarnos ser «Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).
A desmantelar al
monstruo de cualquier dictadura, pero especialmente el del “relativismo moral”.
Hay diez mandamientos de la Ley de Dios para toda la humanidad –que tiene su
base en la familia- y cinco de la Iglesia para los cristianos. El más grande es
el del amor a Dios y al prójimo que Cristo lo concreta en no haber venido a ser
servido sino a servir. Abramos con gran confianza al abrazo del Padre de
Jesucristo, nuestro Hermano, nuestra conciencia en el sacramento de la
reconciliación y seamos “Bienaventurados” mirando los ojos de nuestro Padre y
Creador. Y vivamos como hermanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario