29.4.09

Rogar al dueño de la mies

Cuéntanos Gerardo:


A este mes de mayo corresponde este año, el IV domingo de Pascua (3 de mayo), día mundial de oración por las vocaciones. Hermosa invitación a unirnos en oración para «Rogar al dueño de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38).

Digo hermosa, porque me recuerda aquel momento en que Dios me llamó a consagrarme totalmente a cumplir su voluntad en la Congregación del Santísimo Redentor, con San Alfonso María de Liguori y todos los Redentoristas, bajo el Perpetuo Socorro de la Santísima Virgen María.

Recuerdo que mi madre santa, por indicaciones de los reverendos redentoristas de entonces (1749, mes de mayo, muy presente lo tengo yo), me encerró bajo llave para no poder salir y seguir a los misioneros del Santísimo Redentor que habían predicado una hermosa misión en mi pueblo. Ahora reconozco que era verdad lo que los misioneros decían, que mis fuerzas no valían para ser misionero. Y es que, así es, las solas fuerzas humanas no bastan. Ni a San Pedro le fueron suficientes. Es necesaria la gracia del Señor. Así se le dijo a san Pablo: “Te basta mi gracia” (2º Carta a los Corintios 12,9)

Yo creo que con mis fuerzas (tan débiles) no hubiera podido escaparme conlgándome con unas sábanas por la ventana, seguramente que la gracia del Señor me impulsó a hacerlo para ingresar a la CSsR (Congregación del Santísimo Redentor). ¡Qué felicidad! Hacer sólo la voluntad de Dios, para eso me sentí llamado.

El Santo Padre, Benedicto XVI, titula su mensaje para esta jornada mundial de oración, «La confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana» y, entre otras ideas muy interesantes, dice lo siguiente:

“por parte de cuantos están llamados, se requiere escucha atenta y prudente discernimiento, adhesión generosa y dócil al designio divino, profundización seria en lo que es propio de la vocación sacerdotal y religiosa para corresponder a ella de manera responsable y convencida.”

Tengo que agregar, que para esto que dice el Santo Padre, hace falta la ayuda de papá y mamá. Educar a mis queridos amigos, los niños, en la “escucha atenta y prudente discernimiento”. Así lo hicieron conmigo mis queridos padres. ¡Cuánto les agradezco! Y ¡Cuánto agradezco que Dios me haya llamado a cumplir su voluntad en la familia de San Alfonso.



PROFESION PERPETUA



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