Cuéntanos Gerardo:
¡QUE FELICIDAD! Verdadera, plena, única. Inicia con el
llamado del Padre a la existencia. Antes de que tú existieras, de que yo
existiera; Dios Padre soñaba con tus ojos, tu sonrisa, tu alegría, nuestra alegría
con ÉL. ÉL ES eterno, infinito; soñaba con nuestra eterna alegría con ÉL. Yo
gozo, soy dichoso y, cuánto deseo, mis hermanos y hermanas, que ustedes sueñen,
deseen estar aquí, en esta eterna dicha. Pero de quien es el verdadero deseo de
que estemos reunidos con el CREADOR, en su casa, es ÉL mismo. De ÉL es la
iniciativa de que seamos felices con ÉL.
¿Te has preguntado cómo desea Dios que tú cuides de alguien o
de muchos? Si eres padre o madre de familia, muy bien sabes, que Dios te ha
LLAMADO a ser GUARDIÁN de tus queridos
hijos/as, de tu esposa/so. Pero a todos/as EL SEÑOR NOS LLAMA a ser GUARDIAN DE
NUESTRO PRÓJIMO desde nuestra profesión, ocupación, servicio público, gobierno,
iglesia... ... ...
Jóvenes: que Dios les llene de alegría, de entusiasmo,
fortaleza y bendición, para que puedan con generosidad y entrega responder al
LLAMADO DE DIOS a ser excelentes guardianes de nuestros prójimos, tal vez desde
el sacerdocio o la vida religiosa.
Con los Redentoristas
En 1749 los Redentoristas llegan a Muro. Los misioneros son
quince y se instalan en las tres parroquias de la ciudad. Gerardo sigue la
misión con todo detalle y decide que ésta es la vida que anhela. Pide ser
admitido como miembro del grupo pero el Superior, Padre Cafaro, lo rechaza a
causa de su salud enfermiza. Tanto importuna Gerardo a los misioneros que,
cuando éstos están a punto de marcharse de la ciudad, el Padre Cafaro aconseja
a su familia que lo encierren en su habitación.
Con una estratagema que, en adelante, seguirá encontrando un
eco especial en el corazón de los jóvenes, Gerardo anuda las sábanas de la cama
y se descuelga por la ventana para seguir al grupo de misioneros. Corre cerca
de 18 kms. antes de alcanzarlos. "Llévenme con ustedes, denme una
oportunidad; en fin, me echan a la calle si no valgo" dice Gerardo. Ante
tanta insistencia, al Padre Cafaro no le queda otra salida que darle al menos
una oportunidad. Envía a Gerardo a la comunidad Redentorista de Deliceto con
una carta en que dice: "Les mando a otro hermano, que será inútil para el
trabajo…"
Gerardo se enamora total y absolutamente de la forma de vida
que Alfonso, el fundador de los Redentoristas, ha previsto para los miembros de
su congregación. Vibra de emoción al descubrir que el amor a Jesús en el Smo.
Sacramento es el centro y que el amor a María, la Madre de Jesús, es igualmente
considerado como esencial. Hace su primera profesión el 16 de julio de 1752, y
el hecho de que se trate del día en que se celebra el Smo. Redentor además de
ser la festividad de Nuestra Señora del Monte Carmelo le llena de felicidad.
Desde aquel día, a excepción de alguna breve visita a Nápoles y del tiempo
pasado en Caposele donde morirá, la vida de Gerardo se desarrollará en la comunidad
Redentorista de Iliceto.
La etiqueta de "inútil" no le durará mucho. Gerardo
es un trabajador excelente y en los años siguientes llega a ser jardinero,
sacristán, sastre, portero, cocinero, carpintero y albañil en las reformas de
Caposele. Aprende rápidamente - visita el taller de un grabador de madera y
será bien pronto capaz de hacer crucifijos. Para la comunidad se convierte en
un tesoro y, además, con la sola ambición de hacer siempre y en todo la
voluntad de Dios.
En 1754, su director espiritual le pide que escriba en una
cuartilla lo que desea por encima de cualquier otra cosa. Escribe: "Amar
mucho a Dios; estar siempre unido a Dios; hacerlo todo por Dios; amar a todos
por Dios; sufrir mucho por Dios: lo único que cuenta es hacer la voluntad de
Dios".
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