Cuéntanos Gerardo:
Desde esta celestial CASA DEL PADRE, observo y me conmueven mis hermanos y hermanas que visitan mis imágenes en los sagrados templos de la tierra. Siempre escucho e intercedo ante Cristo Redentor por lo que cada uno/a me pide. Muchas veces la respuesta es pronta, en algunas ocasiones hace falta aclarar y reafirmar la petición y súplica, o bien, en otras fortalecer la FE y la ESPERANZA.
Deseo expresar mi alegría de todas las veces que Dios Padre concede a su Hijo Jesús lo que en su Santísimo Nombre le pedimos.
También deseo expresar las ocasiones en que mis imágenes en la tierra se ruborizan y mi rostro frente al Santísimo Redentor se le cae el resplandor, sí, se-me-cae-el-resplandor. Por qué, me preguntarán. Es que siento mucha pena decírselos, no los quiero lastimar en lo más mínimo... Tendré que decírselos... hay ocasiones, que sólo me visitan a mí, tal vez andan con poco tiempo (en ese mundo en el que ni el tiempo ni el espacio son suficientes, siempre hay la sensación de hace falta más, mucho más ... de todo), pero me dejan la tarea completa de yo acudir a María, de yo acudir a Jesús; con gusto, mucho gusto lo hago, pero también mucho gozo haría resplandecer mi a veces opacado rostro, si ustedes, quienes me visitan y, aún más quienes no me visitan ni me conocen, se dirigieran con gran confianza a la Santísima Virgen nuestra Madre, y a Cristo Jesús, nuestro amadísimo Redentor. De ellos recibirán pronto consuelo y alivio, mientras yo intercedo noche y día, cuando ustedes se cansan trabajando o descansan...
Pero otra cosa me preocupa, que será muy fácil corregir, si entre todos ayudamos, especialmente si los mayores ayudan a los menores, o también si los menores ayudan con paciencia y cariño a sus mayores.
Es respecto de lo siguiente:
Como actuamos en la iglesia
Les dejo con el Padre Jordi Rivero, escúchenlo por favor:
La Iglesia es un lugar sagrado, reservado para el culto a Dios. El Santísimo Sacramento está en el tabernáculo y Su Presencia Real requiere de nosotros la mayor reverencia. Es por eso que, aunque no se esté celebrando la Santa Misa, el ambiente en la iglesia debe conducir a la oración y el respeto a Dios.
No es que la casa de Dios sea un lugar sombrío y severo pero tampoco es lugar para diversión ni para andar a las anchas. Es más bien un lugar sagrado, diferente a todos los demás. ¡Es casa de oración! No es necesaria la rigidez pero no se debe andar como en el parque o en un centro comercial. Toda nuestra actitud debe reflejar nuestra fe en la Presencia de Cristo.
Tenemos la obligación moral de reflexionar sobre nuestro propio comportamiento y enseñar a nuestros hijos. Los sacerdotes y los encargados de formación deben igualmente enseñar el respeto debido en la iglesia.
Algunas reglas:
En la Iglesia:
Prohibidos chicles, comidas y bebidas.
Vestir decorosamente. Evitar escotes y vestidos provocativos; evitar pantalones apretados, shorts, camisetas.
Mantener el teléfono (móvil) apagado. Nunca utilizarlo en la iglesia.
Persignarse al entrar (y si es posible, con agua bendita). Nos recuerda nuestro bautismo y borra los pecados veniales.
Hacer genuflexión ante el sagrario (tocar el suelo con la rodilla derecha)
Guardar silencio por respeto, para facilitar el recogimiento y la oración. Evite conversaciones y cualquier distracción.
En la misa:
Saber cuándo sentarse, arrodillarse y pararse.
Participar en las oraciones y los cantos.
Cuidar de no hacer ruido con los reclinatorios al levantarlos y bajarlos.
Sentarse con postura decorosa. No acostarse en los bancos.
Enseñar a los niños a comportarse. No permitirles correr por la Iglesia.
Para comulgar:
Es necesario practicar la fe católica y estar en gracia de Dios para ir a comulgar.
Respetar la hora del ayuno.
En la fila estar recogidos en oración y no andar saludando.
El descuido del respeto, orden y decoro hacia las cosas de Dios ocurre si nos dejamos llevar por lo que el mundo considera importante y "normal". Pero Dios exige a los suyos una forma nueva de vivir y comportarse. El hecho de que Dios es Nuestro Padre y que nos ama infinitamente no se opone a la necesidad de rendirle adoración y gloria y manifestar sumo respeto en la Iglesia. Recordemos con qué celo defendió Jesús el respeto que debemos tener a la casa de Dios (Cf. Mt. 21,13).
FELIZ NAVIDAD, GOZOSO AÑO NUEVO.
Y no olviden:
Respetar la casa de Dios, no significa rigidez ni tristeza; significa el intercambio del más profundo gozo con Dios; significa aceptar y recibir el alivio y el consuelo de su ternura y de sentirnos sus hijos muy amados.
