Cuéntanos Gerardín
¡Qué gozo el de la Iglesia todavía peregrina por la tierra al celebrar a todos sus hijos: primero a los que han triunfado y ya se encuentran en la gloria con Cristo Jesús. Hace falta estar aquí, en la gloria, para ver y VIVIR la FIESTA que se irradia por el universo, para cantar victoriosos, alabazas al SEÑOR y continuar con más eficacia haciendo el bien a todos los hombres. Unidos a la Bienaventurada María y a toooodos los santos y santas que han sido fieles en la fe, en el amor, en la verdad, en la justicia; constructores de paz en la fraternidad, en la solidaridad, en la misericordia, en la alegría. Luego de celebrar a los triunfadores -todos los santos-, la Iglesia recuerda a sus hijos que han partido ya con el signo de la fe y con la esperanza de la RESURRECCIÓN en Cristo Jesús, (que no con la idea de reencarnarse en quien sabe qué animal o ser de la naturaleza). Ellos son nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos y, muchos que nunca conocimos, pero que son nuestros hermanos que piden por nosotros y necesitan nuestra oración y nuestro recuerdo.
En el gran interés de nuestra madre la Santa Iglesia por la salvación de todos sus hijos y de recordar y ofrecer por nuestros difuntos nuestras obras y oraciones, nos ofrece la posibilidad de la indulgencia en los siguientes términos: “A los fieles que visiten devotamente el cementerio u oren sólo mentalmente por los difuntos se les concede la indulgencia, aplicable solamente a las almas del purgatorio, del 1 al 8 de noviembre plenaria cada día, parcial en los demás días del año. El día de la conmemoración de los fieles difuntos, o con el consentimiento del Ordinario del domingo precedente o el siguiente, o en la fiesta de Todos los Santos, en todas las Iglesias y oratorios se pueden lucrar de indulgencia plenaria.” Así también “Los fieles que hayan recibido la Comunión en una Misa pueden recibirla otra vez, solamente dentro de la celebración eucarística en la que participen”
Siguiendo a Jesús por la liturgia, el domingo 21 celebraremos la gran fiesta de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, reconociendo su poder, su gloria y majestad por los siglos infinitos. El domingo 28 iniciamos un nuevo año litúrgico con el primer domingo de adviento, tiempo litúrgico que nos recuerda la primera venida de Jesús a nosotros y nos prepara en la esperanza para su segunda venida en los últimos tiempos.
Dispongámonos a celebrar con dicha y alegría estas fiestas de noviembre y también a vivir en familia, con gozo y esperanza el adviento que iniciaremos este mes.
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