Cuéntanos Gerardo:
Preparar la Navidad.
Ahora recuerdo mi niñez, siempre he querido ser como niño, es una verdadera dicha recordar aquellos momentos llenos de ternura, de dulzura.
Mi madre, la dulce Benedecta, me dio ejemplo de visitar a María, la Santísima Virgen. Ella rezaba y cantaba; ofrecía hermosas flores y, entre sus muchas peticiones, seguramente pedía por mí.
De ella aprendí, desde muy pequeño, ir a una ermita en el monte a saludar a nuestra Madre, en una imagen tan bella, con el Niño Jesús en sus brazos.
El Niño, muy alegre, me contagiaba su alegría y felicidad invitándome a jugar, permitiéndome escuchar su sonrisa, su voz, sus palabras llenísimas de amor y de cariño. Quise imitarlo, ser como él. Reí con él, hablé con él, jugué con él. Al final del juego me ofrecía un riquísimo pan que no encontré en ningún otro lado, únicamente de sus tiernas manos. Sólo más tarde comprendí que ese pan sabrosísimo es el mismo Jesús hecho pan. Cuánto sufrí cuando no podía recibirlo. Se acerca Navidad, vendrá ese Niño a invitar al mundo a jugar, cantar, reír; a ser como él: humilde y sencillo, pero riquísimo en AMOR y PERDON.
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