Cuéntanos Gerardo:
¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Mi fiesta fue grande y bella. Lo que más me llena de gozo fue la participación de muchísimos niños a quienes numerosas familias y jóvenes les ofrecieron escenificaciones, actuaciones, ricos bocadillos y juguetes. Y, que en muchas partes del mundo hayan desfilado en gran número las mamás gestantes a quienes se les bendijo de mi parte y sus comunidades les obsequiaron pequeñas canastillas para sus bebés. Me conmovieron mucho sus miradas, sus sonrrisas, su agradecimiento, sus súplicas, sus lágrimas, su esperanza, su ternura, su extremo cuidado por la vida humana que llevan en sus entrañas. Reciban siempre mi bendición, mi gran amor, mi cariño y protección todas las mamás y los niños de todo el mundo.
La fiesta no termina. Aunque en el mundo hay mucho dolor por el pecado de muchos, también hay fiestas muy sanas y edificantes que le agradan a Dios Padre y santifican a las familias; y, muchas de esas fiestas son como el reflejo de la Fiesta Grande y Eterna de este bellísimo cielo en el que Dios quiere que participemos Todos los Santos, rodeando el Cordero y llevando escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de nuestro Padre, según lo describe San Juan. A celebrar, pues, santamente todas las fiestas. En este mes: Todos los Santos, conmemoración de todos los fieles difuntos, la Dedicación de la Basílica de Letrán, la fundación de la Congregación del Santísimo Redentor en Scala en 1732 (a la que Dios me llamó para hacerme santo); y para teminar el año litúrgico, JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO.
Constantemente los coros celestiales dan la bienvenida a muchísimas almas que acuden al llamado definitivo de Dios Padre a esta VIDA ETERNA, hace un mes terrestre, recibimos con gran alegría al P. José Luis Lorenzo; en la tierra muchos le lloraron, pero él llegó a esta Casa del Padre con una gran sonrisa. Unidos a María, nuestra dulce y tierna madre, no dejamos nunca de pedir por todos los hermanos y hermanas que peregrinan hacia este cielo en la tierra. Les ruego, mis hermanos, no dejen nunca de pedir por sus difuntos.
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