27.7.09

Cuéntanos Gerardo:


El dolor no falta en el mundo, nos preocupa y nos corresponde buscar, siempre con la ayuda de Dios, las mejores respuestas, el mejor remedio. El universo también sufre, Dios mismo sufre el dolor de la humanidad, y, nos cura con ternura, y en cada amanecer nos invita a una alegría cada vez más plena hasta la bienaventuranza eterna.


Dos fechas importantes celebramos con gran alegría en este mes:

Día primero, San Alfonso María de Liguori, Obispo y Doctor de la Iglesia, y fundador de la Congregación del Santísimo Redentor en 1732.

Día quince, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.



San Alfonso María de Liguori

San Alfonso nace en 1696 y, el primero de agosto de 1787 hacia el medio día “sin estremecimiento alguno, sin un suspiro de dolor y rodeado de sus hijos, llorosos y en oración, teniendo en sus manos la imagen de la Virgen, expiró en el Señor al toque del Angelus.


Tenía noventa años, diez meses y un día. Sus hijos redentoristas eran, salvo error, 183.”


“San Alfonso fue el gran amigo del pueblo, del pueblo bajo, del pueblo de los barrios pobres de la capital del reino de Nápoles, el pueblo de los humildes, de los artesanos y, sobre todo, la gente del campo. Este sentido del pueblo caracteriza toda la vida del Santo, como misionero, como fundador, como obispo, como escritor... San Alfonso es una figura gigantesca no sólo de la historia de la Iglesia, sino de la misma humanidad.” (Juan Pablo II)


Del sacramento de la Penitencia, que él llamaba "ministerio de gracia y de perdón", solía repetir: "Así como la laxitud, en el ministerio de las confesiones, arruina las almas, también les es dañosa la rigidez. Yo repruebo ciertos rigores, no conformes a la ciencia, y que sirven para destrucción y no para edificación. Con los pecadores se necesita caridad y dulzura; éste fue el carácter de Jesucristo. Y nosotros, si queremos llevar almas a Dios y salvarlas, debemos imitar no a Jansenio sino a Jesucristo, que es el Jefe de todos los misioneros"



Asunción de la Santísima Virgen María

En las Glorias de María, San Alfonso escribe: “Entre esplendores y alegría su Hijo, con todo su amor, la invitó a seguirle entre llamas de caridad y suspiros de amor. Y así aquella hermosa paloma fue asunta a la gloria bienaventurada, donde es y será reina del paraíso por toda la eternidad.

La Virgen María ha dejado la tierra y ya está en el cielo. Desde allí la piadosa Madre nos mira a los que estamos aún en este valle de lágrimas y se apiada de nosotros y nos regala su ayuda si así lo queremos. Roguémosle siempre que por los méritos de su bienaventurada asunción nos obtenga una muerte santa. Y si a Dios así le place, nos alcance el morir en sábado, día consagrado al culto de la Virgen, o un día de la novena en su honor, como lo han obtenido tantos devotos suyos, y en especial san Estanislao de Kostka, al que concedió el morir en el día de su asunción, como lo refiere el P. Bartolí en su vida.”



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