Ha terminado mayo, el mes de María; pero nuestra Madre, en
todo el mundo, en todos los continentes y en todos los tiempos, siempre cuida,
protege y socorre a sus hijos, y en todos los meses se hace presente. ¡Que
ternunra la de nuestra Madre!
Los devotos de María, la encuentran en su Perpetuo Socorro en
este mes de junio. La buscarán para presentarle su vida, su alegría, sus
esperanzas y enhelos; pero también sus preocupaciones, sus aflicciones, todas
sus necesidades. Y la Virgen María siempre está dispuesta a soccorrernos.
¡Cuánta alegría! Grandes fiestas en muchas parroquias y
comunidades. Si pudiéramos entrar en el corazón de cada devoto: encontraríamos
muchas conversiones, arrepentimientos, sinceridad, alivio, agradecimientos.
Pero la voz de María, la mano de María, el Socorro de María expresado de mis
formas que cada corazón escucha, entiende, sigue y agradece.
Celebremos con gran devoción estas fiestas de nuestra madre
del Perpetuo socorro acercando a los niños para que contemplen su mirada,
reciban su bendición y encuentren a una Madre llena de ternura diepuesta
siempre a socorrerlos.
Consagremos a ella nuestra persona, nuestra vida, nuesrra
familia, nuestros proyectos, nuestro futuro.
¡Viva el Perpertuo Socorro!
Mensaje del Icono
¿Qué quiere decirnos? ¿Qué mensaje pretende transmitirnos?
La interpretación general es clara. Los arcángeles Gabriel y
Miguel presentan a Jesús niño los instrumentos de su Pasión futura. Al
contemplar esta dramática visión, el niño, en su condición de hombre mortal y
pasible, se asusta y se estremece y en un brusco movimiento busca socorro en
los brazos de su Madre, a cuya mano se aferra con fuerza. El susto y movimiento
brusco del Niño están expresados por la contorsión de piernas, el repliegue del
manto y la sandalia desprendida.
El icono representa la realidad teológica completa de la
Redención por la Pasión Gloriosa. Los instrumentos de la Pasión no son sólo
presagio de dolor y muerte, aparecen en las manos ‘veladas’ como trofeo y
símbolo de victoria lograda.
Todo Icono es espacio de culto y contemplación espiritual.
Está pintado para nosotros. Por eso la Virgen no está mirando al Niño para
consolarlo, como sería lo más natural, sino que se sobrepone al dolor de su
Hijo y al suyo propio, y endulza benignamente su rostro, para ofrecer al que la
contempla una mirada llena de acogida y de ternura y un mensaje de esperanza.
Cada detalle posee un simbolismo propio. Mirarla con amor es
el mejor método y nos ocurrirá como a un enamorado de nuestra Imagen, que
escribía: “No me canso de contemplarla, porque cada vez que la miro siempre
descubro en ella algo nuevo”.