Octubre de 2007
07 Domingo XXVII: del T. Ord.
Nuestra Señora del Rosario.
Inicia Novena de San Gerardo.
08 Lunes: -> Marzo de 2008
14 Domingo XXVIII: del T. Ord.
16 Martes: Muerte de San Gerardo Mayela. 1755 FIESTA
18 Jueves: San Lucas Evangelista FIESTA
21 Domingo XXIX: del T. Ord. DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES
28 Domingo XXX: del T. Ord.
Noviembre de 2007
01 Jueves: Todos los Santos, Solemnidad.
02 Viernes: Conmemoración de todos los fieles difuntos.
COMO MEJORAR LA ESTIMA
ENTRE LOS MIEMBROS
Dr. Aquilino Polaino
Diez ideas potentes para prote-ger tu familia de la rutina, el individualismo, la ruptura y las frustraciones.
4- Tener iniciativa, inquietudes y buen humor, especialmente con el cónyuge.
Estos tres factores son útiles para la autoestima familiar. El buen humor no suele escasear. Pero la rutina es un enemigo en las relaciones conyugales y con los hijos. El punto clave es que haya creatividad e iniciativa en la vida de pareja y eso se contagiará a toda la familia. Las mejores horas deben ser para compartir con el esposo o esposa.
Ser papá o mamá no debe hacernos olvidar que somos “tú y yo, cariño, nosotros”. Creatividad e iniciativa protegen a la pareja de la rutina. Cuando hay rutina, es fácil que uno de los dos busque la “magia” añorada fuera, en otras relaciones. Por el contrario, si la pareja va bien, los hijos aprenden su “educación sentimental” simplemente viendo cómo se tratan papá y mamá, viendo que se admiran, se halagan, se alaban, son cómplices. “Cuando sea mayor trataré a mi mujer como papá a mamá”, piensan los niños entusiasmados. Eso les da autoestima.
5- Aceptar nuestras limitaciones, y las de los nuestros
Hay que conocer y aceptar tus limitaciones, las de tu cónyuge, las de tus hijos. Pero es importantísimo no criticar al otro ante la familia, no criticar a tu cónyuge ante los niños, o a un niño ante los hermanos, comparando a un hermano “bueno” con uno “malo”. Eso hace sufrir al hijo y le quita autoestima. Es mejor llevarlo aparte y hablar.
6- Reconocer y reafirmar lo que vale la otra persona
Seamos sinceros: no tiene sentido que andemos llamando “campeón” a nuestro niño que nunca ha ganado nada. Si ha perdido un partido de fútbol, no le llames campeón. Ha de aprender a tolerar la frustración, acompañado, eso sí. También hemos de saber (grandes y pequeños) que somos buenos en unas cosas y no en otras. “Hijo, pareces bueno en A y en B, pero creo que C no es lo tuyo”. Reafirmemos al otro en lo que vale, y se verá a sí mismo como lo que es, una persona valiosa.
Cuéntanos Gerardín:
Permítanme alabar y dar gracias a mi Dios Santísimo por darme tan bella oportunidad de existir y servirle, y también a tantos hermanos míos y a ustedes que recuerdan con gratitud y alabanza lo que la misericordia de Dios hace por muchos hermanos y hermanas nuestros a través de mi pobre persona. Nací en 1726 en Muro, pequeña ciudad del Sur de Italia. Tuve la dulce suerte de tener por madre a Benedecta, ¡cuánto la amo!, ella me enseñó el inmenso e ilimitado amor de Dios. Soy feliz porque siento estar cerca de Dios. Yo tenía solamente doce años cuando, al morir mi padre, me convertí en el único sostén de mi familia. Tuve que hacerme aprendiz de sastre con uno del lugar que sólo sabía enseñar maltratándome y, a menudo, con golpes. Tras cuatro años de aprendizaje, justo cuando estaba capacitado para abrir una sastrería propia, sentí que Dios me decía que había que entrar al servicio del Obispo local de Lacedonia. Mis amigos me aconsejaban que no aceptara aquel puesto porque sufriría yo mucho. Pero las vejaciones y los continuos reproches que obligan a los demás sirvientes a abandonar tras pocas semanas el puesto, a mí no me arredran. Con alegría tuve que someterme a cualquier necesidad y permanecer al servicio del obispo durante tres años, hasta su muerte. Cuando se trata de la voluntad de Dios hay que aceptar cualquier cosa. No cuentan los golpes del sastre ni tampoco el hecho de ser vejado por el obispo; el sufrimiento es un modo de seguir las huellas de Cristo. Esto me permitió descubrir que: "Su excelencia me quería bien". ¡Qué agradable es pasar horas enteras junto a Jesús en el Santísimo Sacramento, que es el sacramento de mi Señor crucificado y resucitado! Prueben y verán.
Con los Redentoristas. En 1749 los Redentoristas llegan a Muro. Los misioneros son quince y se instalan en las tres parroquias de la ciudad. Tuve la gracia de seguir la misión con todo detalle y pude decidir que esa era la vida que yo anhelaba. Pedí ser admitido como miembro del grupo pero el Superior, Padre Cafaro, me rechazó a causa de mi salud enfermiza. Tanto importuné a los misioneros que, cuando éstos estaban a punto de marcharse de la ciudad, el Padre Cafaro aconsejó a mi familia que me encerraran en mi habitación.
Con una estratagema que, en adelante, seguiría encontrando un eco especial en el corazón de los jóvenes, se me ocurrió anudar las sábanas de la cama y descolgarme por la ventana para seguir al grupo de misioneros. Corrí cerca de 18 kms. antes de alcanzarlos. "Llévenme con ustedes, denme una oportunidad; en fin, me echan a la calle si no valgo". Ante tanta insistencia, al Padre Cafaro no le quedó otra salida que darme al menos una oportunidad. Me envió a la comunidad Redentorista de Deliceto con una carta que decía: "Les mando a otro hermano, que será inútil para el trabajo…"
Me enamoré total y absolutamente de la forma de vida que San Alfonso, el fundador de los Redentoristas, había previsto para los miembros de su congregación. Vibré de emoción al descubrir que el amor a Jesús en el Smo. Sacramento es el centro y que el amor a María, la Madre de Jesús, es igualmente considerado como esencial. Hice mi primera profesión el 16 de julio de 1752, y el hecho de que se tratara del día en que se celebraba el Smo. Redentor además de ser la festividad de Nuestra Señora del Monte Carmelo me llenó de felicidad.
Mi convicción de ser "inútil" hizo que me esmerara en el trabajo tratando de que fuera excelente. Hice de jardinero, sacristán, sastre, portero, cocinero, carpintero y albañil. Aprendí rápidamente, cuando visité el taller de un grabador de madera, a hacer crucifijos. La amabilidad de mi comunidad me consideró un tesoro; yo sólo acepté la ambición de hacer siempre y en todo la voluntad de Dios.
En 1754, mi director espiritual me pidió que escribiera en una cuartilla lo que yo deseaba por encima de cualquier otra cosa. Escribí: "Amar mucho a Dios; estar siempre unido a Dios; hacerlo todo por Dios; amar a todos por Dios; sufrir mucho por Dios: lo único que cuenta es hacer la voluntad de Dios".
Obrador de milagros. Meditar sobre Dios y su santa voluntad a menudo me hacía caer en verdaderos éxtasis. En estos casos, veían que mi cuerpo se elevaba varios centímetros sobre el suelo. Algunos revelan que, en más de una ocasión, me vieron y hablaron conmigo en dos sitios distintos al mismo tiempo. La mayoría de los milagros se producen para ayudar a los demás. Restituir la vida a un chico que se había caído desde una empinada roca; bendecir la escasa cosecha de trigo de una familia pobre y les llegara hasta la próxima siega; en varias ocasiones había que multiplicar el pan para distribuirlo a los pobres. Un día fue necesario caminar sobre las borrascosas aguas para conducir un barco lleno de pescadores y llevarlo a puerto seguro. Muchas veces me vi obligado a desvelar a la gente sus pecados ocultos y que se habían avergonzado de confesar, haciendo que se arrepintieran e hicieran penitencia tras recibir el perdón.
En favor de las madres hay que hacer lo que sea necesario hacer. Un día, cuando estaba a punto de dejar la casa de unos amigos, la familia Pirofalo, una de las hijas me advirtió que olvidaba en su casa mi pañuelo. Sentí que convenía decirle: "Guárdalo. Un día te será útil". El pañuelo es conservado como un precioso recuerdo mío. –Así de sencilla, respetuosa y devota es la gente con sus misioneros- Años más tarde, la chica a la que había dejado el pañuelo se encontraba en peligro de muerte durante el parto. Se acuerda de mis palabras y pide el pañuelo. Casi enseguida sale de peligro y da a luz a un perfecto niño. En otra ocasión, una madre pide mis oraciones porque está en peligro junto al niño que lleva en su seno. Ambos salieron sanos y salvos del trance.
El Santo de las madres. Dios ha obrado muchos milagros cuando he intercedido en favor de las madres, las mamás de Italia pusieron gran empeño en que se me nombrara su patrón. Que Dios siga siempre favoreciéndolas. En el proceso de mi beatificación se asegura que se me conocía como "el santo de los partos felices". Que así sean los partos, partos felices.
A millares de madres Dios les ha permitido experimentar su poder a través de la Cofradía que llaman de S. Gerardo. Muchos hospitales dedican su departamento de maternidad a la santidad que Dios me ha regalado y distribuyen entre sus pacientes medallas e imágenes mías con mi correspondiente oración. A millares de niños se les ha impuesto mi nombre por padres convencidos de que, gracias a mi intercesión, sus hijos han nacido bien. Hasta a las niñas se les impone mi nombre, por lo que es interesante constatar cómo mi nombre se ha transformado en Gerarda, Geralina, Gerardina, Geriana, Gerardita o también Mayela como mi apellido.
Una bendición en este mes de octubre y de manera especial el día 16 a todas las mamás próximas a dar a luz, que Dios les conceda un parto feliz; y a los niños y niñas que Jesús Niño, mi gran amigo, los proteja y acompañe, estudie y juegue con ellos.
“DAR LA VIDA POR LA ABUNDANTE REDENCIÓN”
EL MISIONERO REDENTORISTA
Saludamos a todos los Padres y Hermanos Redentoristas de México, después de su semana de retiro espiritual en el que oraron, meditaron y compartieron la vida y el quehacer apostólico y misionero de la Provincia en este año jubilar-centenario en nuestro país:
“Los redentoristas son apóstoles de fe robusta, de esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante. Como hombres apostólicos e hijos genuinos de san Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra, y por la abnegación de sí mismos se mantienen disponibles para todo lo arduo a fin de llevar a todos la redención copiosa de Cristo.” (Const. 20)
- “debemos llegar a llenarnos tanto del conocimiento de Cristo Salvador que nos convirtamos con él en viva memoria del amor inmenso del Padre.” (María Celeste)
- “el redentorista es un hombre dominado claramente por el recuerdo del amor del Padre demostrado en Cristo Redentor, revelado a todos los pueblos y a cada uno de nosotros en particular por los caminos que nosotros sabemos y agradecemos.”
- “El Cristo a quien seguimos debe ser tan real, tan vivo, tan presente como lo fue para Alfonso.”
- “El redentorista es un predicador, un profeta que debe levantar su voz como una trompeta y anunciar al pueblo de Dios sus pecados.”
- “Por esto es por lo que el redentorista debe ser siempre un hombre de oración.”
